Hace mucho que no se que es la narcolepsia, los girasoles, las fotografías, no se quien fue Carlos Fuentes; no se a que huele Guadalajara, si comer crepas y hablar francés me hacen más francés, si las mentiras están más allá del bien y del mal y que si las lágrima se volvieron la sal de la mar en la que naufrague lejos de tu horizonte. No sé y no lo quiero saber; solo quiero que seas feliz y que sigas siendo el ángel que fuiste; un ángel que fue mortal dos meses y medio y que, herido por la una daga salida de mi puño, sangró y lloró; un ángel que me enseñó más que la escuela publica, Charly García, Nietzche, Neruda, Borges, Sabato, Fontanarrosa, el profe Cueva, Karla Gabita Valerio, Cortazar, la familia Parra, Enrique Peña Nieto y demás políticos mexicanos; un ángel que tuvo poesía y encanto antes de desvanecerse lejos de mi purgatorio. Solo quiero un ángel feliz, cerca o lejos de mi. Un ángel sonriente. Un ángel a fin de cuentas.
La soledad es una ventana que puedes abrir o puedes cerrar